Poxahuac, del náhuatl "esponjoso", nace de la necesidad de crear un espacio cálido, tradicional y delicioso que reivindique al pozole y a sus ingredientes: el esponjoso maíz, las suaves carnes y los frescos lácteos
Poxahuac busca consentirte, por lo que en cada platillo encontrarás sabores perfectamente cuidados, elaborados con ingredientes de la región de los Volcanes y bajo técnicas heredadas de generaciones anteriores.
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Historia del Pozole
Alrededor de México existen diferentes tipos de pozole: rojo, blanco, verde, hecho con carne de puerco, pollo o vegetariano, entre otros, pero el más común es el rojo con carne de puerco.
De acuerdo con los cronistas, el pozole ha sobrevivido a cientos de años y a los cambios socioculturales, pues su antecesor era el tlacatlaolli, un platillo que estaba elaborado con granos de maíz y otros ingredientes, aunque algunos de ellos han cambiado, según lo narra su historia.
El pozole se trataba de una ofrenda gastronómica que estaba dirigida para el dios de la primavera, a quien se le pedía un tiempo de buenas cosechas. Cronistas señalan que el maíz era preparado con carne humana, por lo que era un alimento sagrado y de gran significado.
Uno de los cronistas, el Fray Bernardino de Sahagún, narró en la Historia General de las Cosas de la Nueva España, que el pozole no era parte de la dieta diaria, sino que se cocinaba en las ceremonias en honor al dios Xipe Tótec, mejor conocido como “Nuestro Señor Desollado”.
Los guerreros se daban a la tarea de capturar a un enemigo, quien era llevado al Templo Mayor para su sacrificio. En el lugar, altos mandos se encargaban de sacarle el corazón, que se ofrecía al dios ya mencionado.
No obstante, partes del cuerpo se tomaban para preparar el pozole; el muslo se utilizaba para cocinar el maíz que comería el emperador Moctezuma, mientras que los brazos eran destinados para el guerrero que había capturado a la víctima, así como para su familia.
El maíz era cocido en agua con las partes del cuerpo humano y su consumo estaba relacionado con el poder y fuerza.
En el libro Sabor que somos, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, se menciona que en el año de 1530, el conquistador español Nuño Beltrán de Guzmán llegó a Tonalá, Jalisco, donde fue recibido por la líder Itzoapilli Tzapotzintli, quien le ofreció una olla pozolera donde se encontraban la carne humana.
Al ver los restos humanos guisados, el español rompió la olla y exhortó a la comunidad a no consumir carne humana. Fue así que la receta del antiguo pozole se modificó y actualmente se disfruta con carne de puerco, pollo o vegetariano con hongos o flor de calabaza.
© Redacción ADN40